Factores de incertidumbre a nivel externo y doméstico afectan hoy día la inflación y las perspectivas de inversión y de crecimiento económico, lo cual ha estado fuera del foco de la discusión política, parlamentaria y constitucional, en de que —dice Pablo Cruz, economista jefe de BTG Pactual— en un momento en que la Convención Constitucional está aprobando una serie de derechos sociales, la pregunta que surge es cómo cumplir con esas expectativas. “Si no crecemos y generamos un ambiente más propicio para el crecimiento económico, será muy difícil poder financiar todo esto”, advierte.
El rechazo en el Congreso de los dos proyectos para un quinto retiro de fondos previsionales parece no haber despejado el camino, puesto que las tasas de interés no reaccionaron a la baja, lo que Cruz atribuye a que el mercado no tenía intermalizada una eventual aprobación del proyecto originado por los parlamentarios.
—¿ No debiera el rechazo, incluido el proyecto de alcance acotado que presentó el Gobierno, dar respiro al mercado de capitales al menos por un año en que no se pueden presentar nuevos proyectos?
“Me gustaría decir que sí, pero tengo dudas de que no surjan nuevos proyectos de retiro más adelante, porque se vienen tiempos difíciles para la economía. La actividad comienza a mostrar señales de desaceleración y vamos a ver probablemente cifras de crecimiento anualizadas bien negativas en el segundo semestre, de alrededor de -3% y -49%. De ser así, estas propuestas pueden volver a aflorar y encontrar creatividad legislativa para que se sigan tramitando. No sé si lleguen a buen puerto, pero me. Cuesta pensar que lo que pasó con el rechazo sea un cierre definitivo”
El tipo de cambio más depreciado tampoco se movió y ahí sí que ve un efecto de incertidumbre. Sin embargo, estima que lo que se ha visto en los últimos días está asociado a factores externos, especialmente el anuncio de la Reserva Federal haciendo prever que podría subir algo más arriba las tasas de lo que tenía contemplado. Más que en el tipo de cambio, que ha tenido una alta volatilidad, se concentra en los efectos que el escenario internacional tiene sobre la economía local. A su juicio, ahí se conjuga un escenario más desafiante para la economía doméstica por las condiciones financieras externas y el hecho de tener tasas de interés más altas a nivel global; el impacto de la guerra en Ucrania sobre los precios de combustibles y alimentos y los problemas en las cadenas de suministro globales que han deteriorado las perspectivas de crecimiento globales, presionando al alza la inflación, situación que se ha agravado con las cuarentenas en Shanghái y otras ciudades y puertos de China.
—En ese contexto, ¿cuáles son las perspectivas de inflación para Chile?
“Antes del ‘sorpresón’ de marzo (el IPC subió 1,9%), el Banco Central (BC) consideraba que la inflación iba a llegar entorno a 10% a mediados de año y después, por efecto base, empezaría a menguar. Nosotros prevemos que la inflación llegará a entre 11% y 12% hacia mediados de año para luego descender y dependiendo principalmente de cómo se resuelva el conflicto internacional, va a terminar en diciembre en alrededor de 8,5% y 9% y no en el 5,6% que el BC proyectó en el último Informe de Política Monetaria (IPo M)”.
—¿ Por qué el mercado no cree en la proyección de inflación del Banco Central?
“Varias razones empujan la inflación. Es cierto que la actividad se está desacelerando, pero sigue en niveles muy altos que se prolongarán por lo menos hasta la mitad del año o al tercer trimestre. A modo de ejemplo, las ventas minoristas, que desde hace cuatro meses registran caídas en términos desestacionalizados, todavía están 10% por encima de la tendencia que tenían en el período 2014-2019.
“Esperamos que esto se vaya reduciendo a lo largo del año, pero eso mantiene las presiones inflacionarias domésticas debido a que hay mucha liquidez en la economía producto de los retiros de los fondos de pensiones como por el IFE universal que hubo en el segundo semestre del año pasado. Estimamos el exceso en cuentas corrientes y cuentas vista en torno a un 4% del esperamos que se gaste todo, pero debiesen mantener el consumo en niveles altos, aunque decreciendo. Además, el producto símbolo de la inflación externa, como es el precio de las gasolinas, debiese seguir subiendo al menos hasta septiembre”.
—No le creyeron al BC cuando el año pasado anticipó que venía un alza en la inflación. ¿Podría ahora nuevamente equivocarse el mercado?
“Es una posibilidad, ciertamente, pero lo que más llamó la atención del último IPoM es que proyectara a fin de año una inflación de 5,6% cuando en esa época el mercado estaba en torno a 6,5% y 7% y aún no estaba la sorpresa del IPC de marzo.
Al descomponer la cifra del IPoM, pronosticaba un 7,2% en diciembre para el componente sin volátiles (sin energía y alimentos), algo por debajo de lo que tenía el mercado que era más de 8%. La apuesta del BC para el componente volátil (combustibles y alimentos), que es más difícil de proyectar, es que caería fuerte sobre todo en el último trimestre y me parece poco probable que ese supuesto se cumpla.
“Más allá de eso, lo que ahora está percibiendo el mercado es que la inflación está siendo más persistente de lo que tenía considerado el BC, lo cual requiere que la tasa de interés de política monetaria (TPM) vaya más cerca del techo del corredor de tasa, que al centro, llegando en mayo a 8% y podría llegar a 8,5% en junio. Y con la evolución que ha tenido la actividad, luego no sería necesario seguir subiendo la tasa”.
—Y en el mercado laboral ¿ se recuperó el empleo, como lo evidencia la encuesta de abril del Centro UC?
“El empleo en general venía mostrando una senda de recuperación a nivel agregado. Los datos administrativos de asalariados o cotizantes de las AFP hace un buen rato recuperaron el empleo prepandemia. Las cifras del INE muestran que queda un resto y quizás es el empleo informal el que falta por recuperar. Pero las cifras del INE también muestran que la recuperación del empleo ha decaído, en los últimos tres meses las cifras desestacionalizadas se han ido aplanando y luego que el mercado casi alcanzó los niveles prepandemia, pareciera empezar a aflojar. Hacia adelante, esperamos que el mercado laboral se debilite, en línea conel desempeño de la economía”
—¿ Qué factores internos están afectan= do la economía?
“El más evidente es el proceso constituyente y así lo evidencian los que miden incertidumbre político-económica del Banco Central y de Clapes-UC, los cuales saltaron con el estallido social, volvieron a saltar con el covid, luego declinaron, pero siempre llegando a los niveles alcanzados después del estallido, lo que claramente está asociado a la redacción de la nueva Constitución y creo que eso va a afectar la inversión.
“En la medida en que las reglas del juego todavía no están definidas, la opción de postergar o suspender tos de inversión cobra mayor relevancia. Incluso creo que después del plebiscito del 4 de septiembre— independiente de si se aprueba o no la nueva Constitución—, todavía quedará un amplio espacio de tiempo en ver cómo se implementa. Eso mantendrá la incertidumbre y probablemente siga manteniendo la inversión deprimida. Si ganara el Rechazo, pensar que vamos a quedarnos con la Constitución actual, cuando casi el 80% de la población estuvo por cambiarla, tampoco es creíble.
Hay que ver cómo se le daría la vuelta para generar cambios constitucionales si es que esa opción gana y de nuevo el debate constitucional continuaría abierto, manteniéndose la incertidumbre”.
—Considerando que la inversión es clave para el crecimiento, ¿prevé una caída del PIB tendencial que el BC cifra en un rango entre 2,4% y 3,4%?
“Hoy debería estar más cercano al 2% que al 3%. Más allá de los elementos de incertidumbre que he mencionado, también es preocupante la dinámica parlamentaria, que se tornó más complicada por el estallido social. El Parlamento está muy atomizado y es impredecible. La fuerte alza de tasa que tuvimos el año pasado obedece principalmente a los retiros de fondos de pensiones que impulsaron y si esa puerta no se cierra, el riesgo de que el mercado de capitales se siga achicando va a hacer que las tasas de largo plazo sean el crecimiento de la inversión sea más difícil y que el PIB potencial sea menor.
“Para 2023 esperamos un crecimiento del PIB en torno a 0,3% y entre 1,5% y 2% a largo plazo, es un crecimiento bajo y este tema ha estado fuera del foco de la discusión política, parlamentaria y constitucional. Sería bueno que volviéramos a hablar de crecimiento en momentos en que la Convención Constitucional está aprobando una serie de derechos sociales porque, si no crecemos y no generamos un ambiente más propicio para el crecimiento económico, será muy difícil que podamos financiar todo esto”.
Nota publicada en El Mercurio el lunes 25 de abril de 2022.
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