Claves económicas para Chile y el mundo
En este BTG Webinar revisamos el panorama económico actual a nivel mundial y local.
Hace 1 año
La economía global transita una desaceleración suave, con señales mixtas que obligan a mayor cautela. La inflación comienza a ceder y abre espacio para recortes de tasas en las principales economías, aunque episodios recientes de volatilidad financiera —como el ajuste gatillado por el cambio de política del Banco de Japón— recuerdan la fragilidad del sistema ante movimientos inesperados. En ese contexto, las tasas de largo plazo enfrentan límites estructurales para bajar, presionadas por elevados déficits fiscales y altos niveles de deuda en las economías avanzadas, especialmente en Estados Unidos.
En Estados Unidos, los datos más recientes muestran un mercado laboral que empieza a enfriarse gradualmente y una inflación que continúa desacelerándose, con una caída más clara en bienes y señales incipientes de moderación en servicios. Esto refuerza el escenario de recortes graduales por parte de la Reserva Federal en la segunda parte del año, aunque sin un desplome de tasas, dada la persistencia del gasto fiscal y la resiliencia del consumo. A nivel internacional, los términos de intercambio siguen siendo favorables para Chile, apoyados en un precio del cobre más alto de lo previsto y un petróleo relativamente estable, lo que entrega un impulso adicional a la actividad en los próximos trimestres.
En Chile, el panorama se vuelve más exigente tras un inicio de año fuerte que dio paso a una desaceleración marcada en el segundo trimestre. La actividad vuelve a alinearse con su tendencia, con heterogeneidad sectorial: servicios y generación eléctrica sostienen el crecimiento, mientras construcción continúa rezagada e industria y comercio muestran un desempeño más plano. Aun así, los fundamentos del consumo permiten anticipar una expansión acotada pero estable, apoyada en una recuperación gradual del mercado laboral, alzas de salarios reales y una mejora lenta en la confianza de los hogares.
La inversión sigue siendo el principal lastre en el corto plazo. La fuerte caída previa en maquinaria y equipo implica un efecto base negativo para este año, mientras que la inversión en obras apenas logra estabilizarse. Hacia 2025, una base de comparación más favorable permitiría una recuperación más clara de la inversión total, aunque el escenario actual sigue marcado por cautela.
La inflación será el eje del debate macroeconómico en los próximos meses. El fuerte ajuste en las tarifas eléctricas, que acumula alzas cercanas a 60%, mantendrá la inflación elevada hasta la primera mitad de 2025, pese a que las presiones inflacionarias de origen interno se mantienen contenidas. La inflación subyacente muestra desaceleración y una difusión de precios coherente con períodos de inflación baja, lo que sugiere que el shock eléctrico es transitorio, aunque con riesgos de efectos de segunda vuelta que deberán ser monitoreados de cerca. En este contexto, el Banco Central enfrenta un dilema complejo entre una actividad más débil y una inflación alta en el corto plazo, lo que apunta a recortes de tasa graduales y prudentes.
El frente fiscal aparece como uno de los factores más preocupantes. La fuerte caída de los ingresos asociados al litio deteriora el balance fiscal y dificulta el cumplimiento de las metas oficiales, incluso considerando recortes de gasto ya anunciados. Todo apunta a un déficit mayor al previsto y a una deuda pública que seguirá aumentando, lo que reduce el espacio para tasas largas más bajas y plantea desafíos relevantes para la sostenibilidad macroeconómica en el mediano plazo.