Visión de mercados globales
En este BTG Webinar analizamos el impacto de las medidas anunciadas en los primeros 100 días de Trump en EE.UU., la amenaza de una desaceleración global, volatilidad de los mercados y las nuevas oportunidades de inversión en un ambiente de rotación de preferencias en activos, junto con el posicionamiento de Latinoamérica y Chile en este contexto internacional.
Hace 8 meses
El año ha estado marcado por un escenario global complejo: crecimiento moderado, presiones inflacionarias más persistentes de lo esperado y un ciclo de alzas arancelarias liderado por Estados Unidos que ha elevado la incertidumbre, pero sin configurar, por ahora, un escenario base de recesión profunda. Los datos de actividad en EE.UU. muestran una desaceleración respecto de 2024, con un PIB del primer trimestre afectado por la caída del consumo de bienes durables y un salto en las importaciones asociado al adelantamiento de compras. Aun así, al mirar ventanas más largas, la expansión sigue siendo razonable y superior a la de otras economías desarrolladas. La probabilidad de recesión implícita en precios de mercado se ubica en torno a niveles intermedios, lejos de un escenario catastrófico, pero suficiente para justificar una postura más selectiva en riesgo.
En este contexto, la Reserva Federal mantiene una postura cauta. La inflación se ha moderado, pero permanece por encima de la meta y las presiones asociadas a los aranceles aún son difíciles de cuantificar. El mercado descuenta entre dos y tres recortes de 25 pb en los próximos 12 meses; sin embargo, el espacio para relajar la política monetaria depende de que no se deteriore en exceso el mercado laboral ni se desanclen las expectativas inflacionarias. En tasas largas, los niveles actuales permiten pensar en oportunidades tácticas de duración cuando los retornos de los Treasuries a 10 años superan ciertos umbrales, combinando devengo atractivo con potencial de ganancias de capital en un horizonte de uno a dos años.
El dólar, por su parte, sigue caro en términos reales frente a monedas desarrolladas y emergentes, en un contexto de déficits gemelos elevados y una bolsa estadounidense que ha ofrecido retornos muy por encima de su promedio histórico. Esto abre espacio para una depreciación gradual del dólar frente a divisas con fundamentos más sólidos y valoraciones castigadas, y refuerza la conveniencia de diversificar fuera de EE.UU. tanto en renta fija como en renta variable. La experiencia reciente para inversionistas no residentes —bolsa cayendo, dólar debilitándose y tasas subiendo al mismo tiempo— ha sido incómoda y puede gatillar más demanda de cobertura y rotación hacia otros mercados.
En la renta variable global, Estados Unidos deja de ser el único protagonista. El potencial de upside en el S&P 500 se ha ido moderando y el sesgo exclusivo hacia los sectores más cíclicos y tecnológicos pierde atractivo relativo. Surgen oportunidades en Europa, particularmente en el sector bancario, donde la mejora en rentabilidad (ROA y ROE), el fortalecimiento de los modelos de negocio y el ajuste regulatorio se combinan con valoraciones aún razonables. En Asia, China sigue siendo un foco táctico relevante: la autoridad ha reforzado los estímulos, ha flexibilizado condiciones financieras y busca dar un piso a su mercado accionario, especialmente en segmentos tecnológicos y de consumo que continúan transando con descuento.
A nivel de mercados emergentes, Latinoamérica destaca por monedas apreciadas pero todavía baratas en términos reales y bolsas que, pese al rally reciente, siguen entre las más atractivas del mundo en métricas históricas de valorización. El IPSA ha mostrado un desempeño sobresaliente, apoyado en expansión de múltiplos desde niveles muy deprimidos y en un cambio de percepción política que reduce la prima de riesgo. Aunque parte del recorrido ya se materializó, el análisis de percentiles históricos sugiere que las valorizaciones locales aún se ubican en una “zona de seguridad” donde los retornos esperados a 12–18 meses siguen siendo interesantes, aunque con resultados potenciales más dispersos que a comienzos del ciclo.
En renta fija internacional, la estrategia se ha desplazado hacia una mayor ponderación en Investment Grade global, que combina duración manejable, mejor calidad de crédito y un devengo atractivo, luego de un ajuste al alza en los spreads desde niveles excesivamente comprimidos. El segmento High Yield y parte de la deuda emergente se abordan con más selectividad, privilegiando gestores activos y enfoques multisectoriales. Dentro de las ideas tácticas, destaca la deuda en moneda local de Brasil, donde tasas reales elevadas, un tipo de cambio aún depreciado y un banco central con espacio para recortar generan un equilibrio interesante entre carry y potencial de apreciación cambiaria.
En la construcción de portafolios internacionales, la renta variable se organiza como un núcleo diversificado y de alta calidad, complementado con apuestas satélite. En Estados Unidos se favorecen fondos centrados en compañías de gran capitalización con balances sólidos, gobernanza robusta y valoraciones razonables, reduciendo la dependencia de un grupo acotado de nombres de alto crecimiento. Sobre esa base, se incorporan sobreponderaciones en Asia emergente y Latinoamérica, junto con temáticas específicas como bancos europeos o estrategias de renta fija con alto devengo en mercados seleccionados.
El resultado es una asignación que mantiene una visión constructiva pero prudente sobre los activos de riesgo: sobrepeso en renta variable y renta fija locales, sesgo selectivo hacia emergentes y Europa, menor exposición neta a EE.UU. que la de los índices globales y una renta fija internacional orientada a calidad y carry. En un escenario de crecimiento moderado, inflación algo más persistente y ausencia de una recesión profunda como caso base, la clave pasa por combinar diversificación geográfica y de estilos con disciplina táctica para capturar ventanas de oportunidad sin sacrificar el control de riesgo.