En general, la historia nos dice que los activos mexicanos no se comportan muy bien en la antesala de la elección de los Presidentes americanos, dando paso a la volatilidad.
Hasta mediados de agosto, veníamos observando una recuperación de los índices accionarios mexicanos, en parte influida por el buen desempeño de activos internacionales y la confluencia de noticias políticas y económicas positivas a nivel local, como la exitosa reunión entre los Presidentes Trump y López Obrador (AMLO) en julio y la expectativa de que México, ya con el T-MEC o USMCA en marcha, pudiera capitalizar -en parte- operaciones de manufacturas dedicadas a servir el mercado americano descolgados a raíz tanto la crisis comercial entre China y EE.UU como de la búsqueda de recortar y simplificar las cadenas productivas en el mundo pos-COVID. A esto, se suma la reforma al sistema de pensiones de México, que a diferencia de Chile, por ejemplo, busca consolidar un sistema de manejo privado, las Afores, que son nuestras AFP, lo que de alguna manera ratifica que este Gobierno -salvo en el sector energético- no tiene problemas con la gestión de privados en la economía.
En las últimas semanas, sin embargo, es cierto que hemos visto un cierto retroceso en el valor de los activos financieros mexicanos. Creemos que lo que ha pasado en este lapso está en parte circunscrito a la corrección que hemos visto en EE.UU. También, cuando uno habla con inversionistas institucionales o retail locales, percibe que existe un grado mayor de incertidumbre y cautela, en un país que está próximo a enfrentar una de las mayores recesiones a nivel global derivadas de la pandemia.
Se suma a esto algo de preocupación por el lado de la política, con un ambiente que puede tender a la polarización frente a las elecciones intermedias de junio de 2021 (en donde se renueva la totalidad de la Cámara de Diputados y se eligen 15 de 32 gubernaturas estatales), además de la investigación en Pemex por un eventual caso de corrupción que involucraría a su ex presidente, hecho que podría ser utilizado políticamente por AMLO, lo que ha preocupado un poco más al mercado por el potencial efecto polarizante en el escenario.
Asimismo, hay que incorporar en el análisis los comicios presidenciales de EE.UU. En general, la historia nos dice que los activos mexicanos no se comportan muy bien en la antesala de la elección de los Presidentes americanos, dando paso a la volatilidad. Basta recordar el escenario eleccionario de 2016, con un discurso muy antimexicano de Trump.
Lo irónico ahora es que el consenso señala que puede ser mejor para México que gane Trump. Esto, por la buena relación que este ha desarrollado con López Obrador -siendo la visita a Washington declarada como un éxito-, tiempo donde además ha quedado en claro qué temas le importan al empresariado mexicano, estableciéndose ciertos límites de acción tácitos para AMLO, sobre todo en temas de comercio e inmigración.
Con todo, en el largo plazo, posiblemente es mejor para México un triunfo de Biden, si consideramos el riesgo de un posible empobrecimiento paulatino de la arquitectura institucional de este país como un resultado desafortunado de la Cuarta Transformación que el gobierno de AMLO y su partido Morena están intentando llevar a cabo. Quizás, las instituciones se verían mejor preservadas en el futuro con un gobierno más estándar o “normal” del otro lado de la frontera. Pero, curiosamente, el consenso empresarial es que el triunfo de Trump elimina un factor adicional de incertidumbre.
En cuanto a las valorizaciones de los activos mexicanos, no los vemos demasiado castigados. Aunque hay consenso en cuanto a que las utilidades de las empresas en 2020 no serán buenas, para 2021 el mercado continúa siendo muy optimista, y espera que los beneficios superen en un 30% a los de 2019. De manera que en BTG Pactual no vemos que el mercado mexicano esté barato.
En cuanto a tasas, estas se encuentran en niveles atractivos: las largas están pagando al 6% y las cortas al 4,0%, por lo que hay espacio para que el Central de México siga bajándolas.
En equity, lo que más nos gusta a la fecha es el sector inmobiliario, y dentro de este el vinculado a la parte industrial manufacturera, que se divide en logística y servicios. El sector se vuelve hoy una suerte de proxy a la parte exportadora de la economía, que está yendo muy bien. Se trata de contratos dolarizados, que están desacoplados de la parte cíclica de los mercados subyacentes de los productos que genera y los sectores que atiende. Tiene, además, la ventaja de comenzar a operar bajo el T-MEC o USMCA, el acuerdo que reemplaza al Nafta, y vemos que debiera ser de los primeros beneficiados de este reacomodo que estamos observando a nivel global, influido en parte por la guerra comercial y por las tenencias tanto en manufacturas como en distribución y logística que se están gestando a raíz de la pandemia global que aún padecemos.
Gordon Lee
Equity Research / Mexico Strategy BTG Pactual
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